Estudios
Mi corazón y espíritu nace en Tampico, soy porteña, y de familia tampiqueña, de esta tierra cálida y fresca de la huasteca, de movimiento y emociones, rodeada de agua por el río, lagunas y el mar, de los pocos lugares que tienen una rica y suave surada. Esta ciudad con mucha historia, puerto elegido por muchos inmigrantes para echar sus raíces, como mis abuelos, y de ahí, mis padres, gente pionera y de trabajo. Fui la última de seis hijos, cuando nací, me recibió mi madre una mujer fuerte, emprendedora y brillante, y mi padre un hombre sencillo y moderno, trabajador. Desde que nací mi ambiente fue la pastelería, el mar y el rancho. Entre olores contrastados de vainilla, naranja, y los olores a monte, estiércol, a caballo y a brisa marina. Mi vida ha sido una travesía de aprendizajes, retos y transformación. Crecí entre la calidez del rancho familiar, donde descubrí la conexión con la naturaleza y en el negocio familiar de la pastelería, aprendiendo de mi madre el valor del servicio, el valor de cuidar la inversión para no perderla, la atención al detalle, atención al cliente y la resiliencia.
A los 42 años, la vida, sin darme una explicación, me puso a prueba tras una gran pérdida, llevándome a un viaje profundo de dolor y de autodescubrimiento. Rediseñé mi camino, conocí de mí lo que no sabía de mí, lideré a mi familia y encontré mi pasión en el desarrollo humano. En 2013, me certifiqué como Coach de Liderazgo, en 2015 como Life Coach por la Federación Internacional de Coaching, y en 2018 como Coach de entrenamiento Básico de Transformación Cuántica. Desde entonces, he acompañado a personas y empresas a transformar sus vidas y descubrir su verdadero potencial.
El coaching para mí tiene un gran valor porque permite acceder a mirar la vida de muchas formas, y crear una realidad distinta y mejor, me ha cambiado la perspectiva a partir de crisis fuertes, me ha parado en otro sitio, me ha permitido estar conectada siempre con la posibilidad, a estar lejos de la queja y cerca de la acción. Y cuando eso llega, es el amor propio, es la victoria, es la conquista personal, es la libertad, para una vida libre.
Como facilitadora y guía en talleres de transformación personal, la mariposa se alza como mi símbolo. Representa los procesos internos que he vivido y que comparto con quienes buscan reconectar con su esencia. Desde las aulas hasta la playa y las montañas, cada experiencia que diseño está impregnada de un propósito: llevar a otros a descubrir su potencial y vivir en plenitud.
Creo firmemente que cada etapa de mi vida, cada territorio recorrido, ha sido parte de un proceso de metamorfosis. Mi esencia está en guiar, transformar y dar alas a proyectos, equipos y personas para que encuentren su propia luz.
Ana Esther Gorordo Arias